miércoles, 23 de febrero de 2011

La conciencia de Nomeolvides

Hoy, en Nomeolvides, se vive un ambiente de resignación, recelo y decepción. Los pobres, por no decir mediocres, resultados de las obras de infraestructura que se dan por medio de la contratación pública, no cumplen con las expectativas mínimas ni contribuyen al desarrollo estructural del municipio. Falta de planeación, incumplimiento en los tiempos de ejecución, despilfarro de recursos y detrimento de las obras al poco tiempo de su conclusión, son algunas de las más frecuentes quejas por parte de la comunidad.Estas quejas, a su vez, han generado un sentimiento generalizado de rechazo por parte de los habitantes del municipio hacia los tres principales causantes de la problemática: la ineficiencia de los mecanismos de control, el profesionalismo de los contratistas y la arraigada corrupción en la administración pública.

El primero se refiere a las fallas en la labor de la interventoría. El objetivo de ésta, es, precisamente, verificar el cumplimiento de las obligaciones adquiridas por el contratista. En contraposición, la realidad sugiere que, en algunos casos, el objetivo de dicha labor se nubla por la aparición del riesgo moral; es decir, la interventoría busca objetivos económicos personales en detrimento a los intereses del municipio. Palabras más, palabras menos, el funcionamiento ideal de la interventoría falla por culpa de la corrupción.

El segundo causante es la falta de un concepto que, por definición, es responsable, ético y de excelencia. El profesionalismo de los contratistas debe servir como fundamento para que sus decisiones y objetivos estén alineados con los de la comunidad, de tal forma que cada una de las determinaciones del contratista, consideren el beneficio de la población. En Nomeolvides, el profesionalismo, si es que existe, debe estar escondido en los lugares más recónditos jamás visitados, porque aún no ha hecho su aparición en la contratación de obras públicas.

Ahora bien, en cuanto al tercer causante, no hay mucho que decir, pero sí mucho que pensar. La corrupción es un fenómeno global. Ningún país se salva de los corruptos. Eso sí, algunos han logrado minimizarla, mientras que otros son testigos del aumento indiscriminado de ella en sus ramas de poder. El egoísmo y los intereses de unos pocos han acabado con las posibilidades de la población más vulnerable. Sus facultades les han permitido perpetuar sus monopolios y así enriquecer sus bolsillos a base de recursos públicos.

El 1, 2 y 3 llevan a una misma conclusión: la mala planeación, ejecución y revisión de la contratación de las obras públicas de infraestructura son el resultado de la satisfacción de los intereses de unos pocos. La conciencia de esos pocos no funciona, y por tanto, el conducto que transmite la recepción de los juicios éticos de sus actos está averiado. En Nomeolvides estamos en crisis. La crisis, es una crisis de conciencia.



Cristian C. Quemba